viernes, 8 de abril de 2011

Fresas salvajes, muy salvajes

Hubo un tiempo en el que Mickey Rourke parecía humano. Fue más o menos por la misma época en la que se podía fumar en los bares y todavía estaba en pie el Muro de Berlín. ¿Se acuerda? Me estoy refiriendo a 1986. En aquél pasado tan pretérito se estrenó en los cines "Nueve semanas y media" y, discúlpeme por usar un adjetivo tan manido, qué película más torridísima.
Así, a botepronto, seguro que le viene a la cabeza Kim Bassinger con Joe Cocker de música de fondo y su numerito bailongo. ¿Le suenan de algo unas fresas? En uno de esos arrebatos de los protagonistas, que cuando no tenían hambre de una cosa la tenían de otra, les da por ponerse a prepararse un almuerzo.
No es exactamente como lo cuento, pero es que esto es un blog para todos los públicos. Si quieren verlo, bajo su responsabilidad, lo tienen aquí. Lo cierto es que, con las prisas, empiezan a echar mano a lo primero que pillan y, entre mucho producto fresco, empiezan a trasegarse unas fresas tal cual.


Resulta que ya están aquí las primeras fresas de la temporada y se podrían sugerir montones de preparaciones: con nata, con leche condensada, con zumo de naranja, con azúcar, en batido o incluso en confitura. Lo que pasa es que también ha llegado la primavera y, para que nos vamos a engañar, la receta de los protagonistas de la película se antoja más que suficiente. Disfrútelas al natural, muy al natural.

martes, 5 de abril de 2011

Rompiendo moldes: Caréme

El futuro profesional de Caréme (1784-1833) se decidió en una tasca. Su padre le invitó a comer con diez años en una tabernucha y, al llegar a los postres, le dijo algo así como "Marie-Antoine, te habrás dado cuenta de que somos muchos en casa, ¿no?, pues búscate la vida". Mientras el crío intentaba descubrir si le hablaba en serio o en broma, su progenitor había salido por piernas. Mejor no imaginar la cara del que llegaría a ser el mejor cocinero de Francia y el padre de la alta cocina.


La casualidad quiso que otro tabernero lo acogiera esa noche y le ofreciera un trabajo de marmitón, con lo que estaba sellando su destino. Tan bueno era que con 16 años trabajaba en la mejor pastelería de París, Chez Bailly. Con 21 montó su propio negocio y, entre otros personajes, estuvo al servicio del zar Alejandro I de Rusia y del futuro rey Jorge IV de Inglaterra. Hasta aquí, el brevísimo resumen de su trayectoria pero, ¿fue para tanto?
Caréme, tal y como cuenta Manu Ruiz de Luzuriaga, fue el que estableció los fondos y las salsas que aún hoy se usan en nuestra cocina, evitó el abuso de especias que predominaba hasta entonces, estableció la importancia de los potajes y se preocupó por ofrecer dietas sabrosas y equilibradas, luchó contra los excesos grasos y desechó la costumbre de mezclar carne y pescado en el mismo plato, entre otras cosas. Vamos, que sin Caréme igual El Bulli hubiera sido una tienda de animales. A lo mejor no, tampoco hay que pasarse de listo.

viernes, 1 de abril de 2011

Un debate sobre la torrija

La torrija no es un postre, es una discusión. Al igual que ocurre con la tortilla de patatas, hay un momento en el que hay que tomar una decisión. En el caso de la tortilla el debate es, por supuesto, con cebolla o sin cebolla. ¿Y en el de la torrija? No puede estar más claro: ¿con leche o con vino?
Igual que hay quien prefiere la tortilla con cebolla, habrá quien prefiera las torrijas con vino. Aquí no estamos para juzgar los gustos de nadie, pero no por falta de prejuicios, sino porque nos reservamos la opinion, así que vamos a hablar de las torrijas hechas con leche como si las otras no existieran.
Lo primero que vamos a necesitar es pan duro. Ahora, si se pasan por la confitería o la panadería, verán que ya tienen panes especiales para hacerlas. Seguro que están riquísimas pero qué va a hacer con las sobras de ayer. Ande, eche mano de lo que quede que viene el año muy 'achuchao'.

Foto: Eduardo.

Corte el pan en rebanadas y ponga a hervir leche (medio litro o así), con canela y una corteza de limón. Después bañe las rebanadas de pan y dejé un rato que se empape bien para que coja sustancia. Un rato viene a ser el tiempo que duran los anuncios en una televisión privada. Una vez bien remojado el pan, páselo por huevo batido, fríalo en aceite de oliva bien caliente hasta que dore y sáquelo para que escurra bien. Ahora puede endulzarlas con un almibar, con miel, o pasarlas por azúcar y canela en polvo. Tome su decisión.
Por cierto, dice la Wikipedia que la torrija "es un alimento de origen humilde que satura pronto al comensal y le mantiene aliviado de la necesidad de probar algún otro plato de carne (alimento sujeto a abstinencia en la cuaresma)". No sé en su casa, pero eso de que satura pronto al comensal parece una afirmación de lo más atrevida. Haga otra remesa por si acaso.