martes, 1 de marzo de 2011

Placeres solitarios

Vaya por delante que como fuera de casa no se está en ningún sitio. Como todo, esto también es discutible, pero mejor avisar, que ya aparecerán por aquí toda clase de alabanzas a los bares, las tabernas y las tascas. Por eso, por esa querencia natural a la calle, esto va a ser una defensa sincera de los placeres domésticos solitarios. Antes de que se me desmelene, recuerde que esto es un blog sobre comida, así que tápese, tunante.
La historia empieza cuando llega a casa, después de un día faenando, o peor, luchando por faenar (un abrazo fuerte si es su caso) y abre el frigorífico. Ya quisiera El Paraíso de Tintoretto parecerse a lo que ven sus ojos. Dísculpe que me ponga en plan pop, pero cuánta más belleza no habrá en una jarra de cerveza bien fría y una lata de anchoas en condiciones.

Foto: Tomasz Sienicki.

Vamos a disfrutar de lo lindo esta noche, teniendo en cuenta que sobre gustos hay mucho escrito aunque usted no lo haya leído. Lo primero, asegúrese de que va a estar sólo, no sea que le llegue a última hora visita y se le chafe el plan, que esto es para una persona. Lo segundo, diseñe su menú.
Pásese por la tienda y no se corte, que un día es un día: ¿un poco de jamón bien cortado?, ¿cecina con un chorrito de aceite y unas lascas de parmesano?, ¿corazones de alcachofa con las anchoas que tenía en la nevera?, ¿qué tal un poquito de foie con unas tostas de pan de pasas?, ¿y una lata de sardinitas? No se olvide del postre ¿una quesada?, ¿un flan de queso?, ¿o mejor un helado?.
Vaya a casa y póngalo como se merece sobre la mesa. Contémplela. Ábrase la cerveza. Siga mirando. Ahora decida si quiere acompañar con un libro, con música o con una buena película. Da gustito, ¿verdad? Pues, ¡al ataque!

2 comentarios:

  1. Puede que sea el mejor placer, solitario y en compañía, que se pueda disfrutar, se ponen los dientes largos, me parece que me voy a hacer un plan de esos, y eso, acompañado de un buen libro...inigualable.

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  2. Pues disfrútalo, Manosarriba, y no te cortes ni con las viandas ni con el libro. Un abrazo.

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