La tortilla de patatas no tiene más ciencia que hacerse con unos buenos ingredientes y prepararse para una extraordinaria discusión: ¿con cebolla o sin cebolla? Antes se hermanarán las aficiones del Madrid y del Barça que llegarán a un acuerdo esos dos paladares encontrados, así que nos centraremos en lo básico.
Fuente: El cocinero fiel
Si vive en Galicia, lo va a tener un poco más fácil. Las patatas de la zona, las kennebec, le van que ni pintadas a este plato. Búsquelas, que seguro que las encuentra. Lo de los huevos ya es otro cantar. Críe usted sus propias gallinas o cásese con quien quiera que las tenga a su libre albedrío y comiendo un poco de todo. Si no lo ve viable y quiere la fortuna que encuentre a un buen proveedor, trátelo como si fuera uno más de la familia. De la parte a la que quiere, por supuesto.
Mención específica, si se tienen huevos de verdad, merece la de Betanzos, homenaje para los que creen que sólo han de cuajarse lo justo para hacerle una camisa de hilo al tubérculo. Aunque, ya metidos en faena y en popularidades, ahí tenemos a Ferrán Adriá, que ha jugado con este plato y ha hecho famosas tanto la versión deconstruida como la ultrarápida con patatas chip. Eso sí, la primera es obra de uno de sus antiguos chefs, Marc Singla.
"Es estupendo que un día alguien descubriera que se podía añadir cebolla a una tortilla. A partir de ese día existió la tortilla de cebolla. Pero lo realmente importante pasó bastante antes, con la creación del concepto 'tortilla', que permitió además de la creación de la tortilla de cebolla, la aparición de infinitas recetas más creadas con los ingredientes más dispares". Lo dice Adriá en su libro "Los secretos de El Bulli". Amén.
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