viernes, 29 de octubre de 2010

Delicias del más allá

Tres tradiciones, tres, hay en España el día 1 de noviembre. Una es honrar a los muertos, otra es representar el Don Juan Tenorio de Zorrilla y la tercera va de comer. Al que le gusta el mazapán, huesos de santo y, al que no, buñuelos. Siempre hay, por supuesto, el que se apunta a un bombardeo y cumple con todo. ¡Cuánta vitalidad para este día!
Los huesos de santo son una mezcla de almendra y azúcar, un mazapán, para entendernos, que haría revivir a un muerto si no fuera porque éstos son de natural inapetente. El relleno, con almibar de yema y un poco más de azúcar, completa un dulce que permitiría sobrevivir durante largos periodos de tiempo en condiciones extremas.
Si aún se queda uno con un poco de hambre, que en todas las familias hay un delgado que mueve el bigote como si no hubiera un mañana, se le pueden preparar unos buñuelos, que son más fáciles y más rápidos de hacer que los benditos huesos.


Aquí va una receta de los buñuelos, por si le coge el día generoso y quiere hacer gozar al prójimo. Coja unos huevos, pongamos que dos, y bátalos con energía antes de añadirle harina y un buen chorro de leche. Las medidas, como en tantas cosas, van en gustos y aquí apostamos por el sentido comun y la práctica.
El sentido común es lo que indica que si echa dos huevos y un kilo de harina a lo mejor aquello sirve para enfoscar la pared de su salón, pero no para echárselo al estómago. Si le sirve de orientación, incorpore un vaso de leche y medio de la harina y vaya sumando de esta última hasta que la consistencia sea la de una papilla que se atrevería a darle a su bebé. Incluso un poco menos, si es preciso.
Una vez lograda la textura, vaya depositando cucharadas de la mezcla en una sartén con aceite de oliva que comience a humear. No se distraiga, que aquello flota y hay que darle la vuelta casi enseguida para que dore por los dos lados. De ahí, a un papel de cocina para que escurra el sobrante de grasa y a espolvorearlos con azúcar mientras que se termina de hacer el chocolate a la taza.


Las posibilidades van más allá y estos tradicionales buñuelos de viento puede rellenarlos de crema, enriquecerlos con algún licor o, humilde recomendación desde esta página, incorporarle una manzana en rodajas antes de freir. Rozará el cielo en un día tan señalado.

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