martes, 7 de diciembre de 2010

Consejos para el perfecto invitado

Bienvenido a nuestro programa de protocolo on line. En el post anterior dábamos una serie de consejos para convertirse en un anfitrión envidiable si no habíamos sido capaces de escabullirnos y encasquetarle la cena a otros. Hoy toca comportarse como es debido si han tenido a bien invitarle al dulce hogar de algún familiar o amigo. Aquí van unas recomendaciones para que le sigan hablando el día siguiente:

1.- No se presente con las manos vacías: lleve alguna vianda apetitosa para el resto de los comensales, se lo agradecerán. Recuerde que con internet todo el mundo va a saber si lo que ha traído es bueno de verdad y cuánto le ha costado. A lo mejor usted no es tan miserable pero, ¿diría lo mismo de todos los que están sentados a la mesa?

2.- Coma de todo y en la cantidad que le apetezca, pero tranquilícese. La guerra fría terminó hace años y no se van a acabar los víveres. Lo único que va a conseguir tragando a esa velocidad es empacharse. No lo olvide, si ingiere lento podrá consumir más y dará la impresión de que en su frigorífico reina la abundancia.

3.- Vigile los platos y acuérdese de coger siempre la penúltima croqueta, loncha de jamón o langostino. Deje correr un poco de tiempo y ofrezca el último bocado al resto de los comensales. Con un poco de suerte lo rechazarán y se habrá cobrado usted dos piezas. La elegancia no está reñida con el pragmatismo. 


4.- Elogie lo que le pongan por delante o, al menos, no lo critique. Su opinión, cuando es negativa, no le va a parecer tan interesante a los demás, así que no sea aguafiestas. Todo es mejorable, ya lo sabemos. Para empezar, las reuniones son mucho mejores sin cascarrabias.

5.- Ese licorcillo está tremendo, ¿a qué si? Siga bebiendo a ese ritmo y verá qué poco le dura la fiesta. Dosifíquese, que le quedan mucha tela por cortar y ya no somos chavales. Si por casualidad lo es, no sé qué decirle. De todas maneras, no me iba a hacer caso.

6.- El chiste que tanto le gusta no es que sea malo, es que no es oportuno. La señora que tiene delante es su suegra y, a diferencia de usted, mañana se va a acordar de todo. Avisado está.

7.- Si está de líder de una conga mientras suenan villancicos es que no ha hecho caso de ninguno de los consejos anteriores. Es el momento de activar el protocolo de reducción de daños: hágase un favor y controle sus miradas y sus extremidades. Ahora cree que es invisible, pero no es cierto.

8.- Haga lo que le apetezca. Estos consejos, en realidad sólo sirven para ignorarlos. Está usted en familia o entre amigos, ¿acaso se puede pedir algo más? Disfrute, que demasiado se controla durante el resto del año en el trabajo. ¡Salud!

3 comentarios:

  1. El Marqués de Guardameta10 de diciembre de 2010, 8:50

    Un tío segundo mío (o tercero, que para estos menesteres a mi madre no le gustaba mucho recordar), era invitado a las todas las matanzas del pueblo. Matanzas de cochino, que conste. De las de chorizos, morcillas y jamones. Y es que antiguamente, a una matanza (de las de cerdo, insisto), iba medio pueblo. Uno pinchaba al cochino, el otro lo despiezaba, el de más allá se sacaba el aguardiente, el vecino de la panadera era un fiera condimentando, la panadera, lavando tripas... y mi tío, cantaba, recitaba y tocaba la guitarra. Sí, antes, y no tanto ahora, cocinar era una fiesta. Y no hay fiesta sin música que se precie. Al terminar, cada uno se llevaba en pago algo de la matanza: unas chuletitas por aquí, unas ristras por allá... y mi tío marchaba con el estómago lleno y la cabeza espirituosa a dormir, para al siguiente amanecer, estar listo para la siguiente matanza.

    Y estoy seguro que cumplía todos y cada uno de estos puntos. Es decir: hacía lo que le apetecía.

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  2. Yo añoro esos días, en los que no éramos tan protocolarios, y éramos nosotros mismos, los niños sucios de jugar y correr, las madres con esos mandiles llenos de pimentón de hacer chorizos, los hombres, haciendo esos picadillos y preparando esas hogueras para hacer la panceta y la carrillada, y que carajos que frío hacía pero al final del día !te lo habías pasado genial!. Ahora vamos muy bien vestidos a las cenas, comemos langostinos con cuchillo y tenedor, y llegamos a casa despues de una gran comida, .... vacíos será una cena más.
    Lo siento estoy nostálgica!

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  3. Marqués de Guardameta, su tío sí que sabía disfutar de la vida, para que luego digan de la cigarra y la hormiga.
    Elena, no lo pase usted mal, que todavía queda mucha gente que se come los langostinos con las manos.
    ¡Qué suerte tienen de haber disfrutado de esos días!

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