viernes, 31 de diciembre de 2010

Ese blanco chisporroteo (II)

La Exposición de París de 1868 vio el nacimiento de un champán que se hacía fuera de las fronteras francesas. Luis Justo Villanueva, un ingeniero madrileño que se trasladó a Barcelona tuvo la culpa. Bueno, él, que desarrolló el método para hacer este caldo, y los catalanes de Sant Sadurni d'Anoia que se dedicaron a producirlo. Por si anda usted un poco despistado, estamos hablando del cava.
El cava tiene pues fecha de nacimiento por esas fechas, si bien durante muchos años, hasta 1972 en que se creó el Consejo Regulador, se le conoció como champán. Su método de elaboración, en cualquier caso, sigue siendo similar.


Lo que sí cambia es el tipo de uva. En un principio, muy al principio, las variedades utilizadas eran tintas como en el caso del champán francés (pinot noir y pinot meunier, junto a la blanca chardonnay). Sin embargo, en 1887 llegó la plaga de filoxera que acabó con las vides existentes. En ese momento se decidió introducir nuevas variedades, todas blancas. Un éxito, porque la macabeo, la parellada y la xarel·lo dan lugar a un vino espumoso con personalidad propia. Como las tres ovejitas de la canción que dan leche, lana y mantequilla para la semana, estas tres variedades de uva dan dulzor, frescura y cuerpo, entre otras gracias, para el goce y disfrute de los sentidos.
Vea, si no, esta definición: "Fino y elegante en el ataque en boca, con el carbónico excelentemente combinado. Agradable en su evolución, donde destaca la sedosidad de la espuma sobre un fondo de vainilla, fruta madura, tostados y trufa. Posgusto muy largo y complejo, donde se repiten los aromas de nariz y boca, destacando la vainilla sobre fondo de mantequilla y tostados, fruto de su larga crianza".

Cava Kripta

No me diga que no le entran ganas de darle un tiento. ¡Feliz año!

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