viernes, 5 de noviembre de 2010

Buenas migas

Un día nublado puede ser una bendición. En algunas zonas de España, ponerse a llover y pensar en migas es todo uno. Sólo hace falta alguien sacrificado y con un brazo fuerte y resistente que se ofrezca a darle vueltas a la sartén durante el tiempo que tarde en hacerse el condumio.
Plato muy querido por la zona sur de la Península, entendida como ésa que va desde Madrid hacia abajo, fue en principio propio de gentes del campo, cuando garantizaba energía suficiente para largas horas de faena. Sigue sin ser un manjar de alta alcurnia, ni falta que le hace, por lo que se suele disfrutar en familia o con amigos y, en consecuencia, y dejando aprensiones a un lado, se come de la misma sartén, que lo bien compartido, bien sabe.


Por clasificarlas de alguna manera, se pueden dividir en dos grandes grupos, las de pan y las de harina, aunque con esto pasa como con el arroz o los gazpachos, que hay tantas variantes como casas donde se hacen. Y eso hablando sólo de la base, porque si nos metemos en acompañamientos encontramos toda una filarmónica, desde la versión dulce con chocolate o con fruta (naranja, uva o melón, por ejemplo) hasta las más potentes con torreznos, sardinas asadas, boquerones fritos, productos de matanza, pimientos choriceros, rábanos, aceitunas, pepinillos en vinagre y todo aquello que apetezca al comensal, que para eso estamos, en el fondo delante de un plato de pan. Mejorado, pero pan al fin y al cabo.
¿Cómo se mejora el pan? Coja una barra, o una hogaza, de ayer o antes incluso. Trocéela y remoje hasta que se ablande. Mientras, dore unos ajos en una sarten con aceite de oliva y añada a continuación las migas en crudo, cocinando a fuego lento y sin dejar de remover y de partir el pan con la espumadera o la cuchara de palo hasta que queden bien doradas. Ésta es una versión simple. A partir de ahí, innove y practique cuanto quieran. 
Una última cosa. Le gusten dulces o saladas, con carne o con pescado, hay una cosa en la que casi seguro que nos ponemos de acuerdo: dele un tiento al vino para acompañar. Y no se corte, aquí lo elegante es beber de la bota.

1 comentario:

  1. Es cierto, estos platos me recuerdan a esos días de invierno en casa de mis padres, con la familia alrededor y con una buena copa de vino, son platos de añoranza

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