viernes, 19 de noviembre de 2010

Capones y pulardas

Quizá se acuerden de Farinelli porque hicieron una película sobre él hace unos años que alcanzó cierta fama. Farinelli era un castrati, esto es, un cantante de ópera al que, como podrán deducir de su nombre, le habían extirpado sus órganos sexuales con la idea de que conservara su voz de soprano y destacara en el mundo del "bel canto". La realidad es que la operación le fue bien y el hombre triunfó de lo lindo por Europa.
Cuento esto para que se dejen atrás los prejuicios ante los capones, sabrosos gallos de corral a los que antes del engorde se les castra, con lo que mejoran bastante. Se consigue con esta operación una carne entreverada de grasa y tan tierna como una madre viendo el anuncio de El Almendro. Sí, ése en el que el hijo vuelve a casa por Navidad, sí.
El pájaro puede alcanzar casi los seis kilos de peso, que para una vaca es poco, pero para este tipo de ave no deja de ser un volumen extraordinario. Si además lo rellenan, imagínense, tienen ahí comida para un regimiento (quizá un poco menos, pero ya me entienden).

Miren qué cresta: éste se libró.

Además, por eso de las leyes de paridad, lo que se le hace al pollo también se le hace a la polla, con perdón. Si a ésta se le quita el único ovario funcional que tiene, porque el otro está atrofiado, crecerá como una respetada pularda y dará una carne de características parecidas a la del capón.
Vamos, que como hablábamos de la Navidad y por estas fechas ya han empezado a poner las luces en más de una ciudad, pues ahí va esta primera sugerencia para vestir de fiesta su mesa. Y si no tienen ganas de cocinar, hasta los pueden comprar hechos.

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