martes, 9 de noviembre de 2010

Almadraba

El atún es un pez viajero. Llevado por el deseo de aguas cálidas cuando aprietan las ganas de reproducirse, coge camino desde el mar del Norte, por la zona de Noruega, y es capaz de hacerse 50 ó 60 kilómetros diarios para llegar hasta el Mediterráneo por el estrecho de Gibraltar. Tanto a la ida, allá por abril, como a la vuelta de su viaje una nube de pescadores le están esperando en una almadraba de la costa gaditana.
La almadraba es un arte de pesca tradicional que se ha ido puliendo con el tiempo, pero de la que se tiene noticia desde tiempos de los romanos, cuando elaboraban su codiciado garum, una especie de pasta de pescado salada que se conservaba en tinajas y que, desde la perspectiva que dan los siglos, se aparece menos apetecible de lo que les resultaba a ellos.
A grandes trazos, la alamadraba consiste en cercar a los atunes en una red tendida entre varios barcos que los rodean y les cierran la salida para, a continuación, tensarla y acercar los peces a la superficie. En ese momento saltan al mar los pescadores y, con la ayuda de bicheros (un palo con un garfio en su extremo) y de la gente a bordo, van subiéndolos a los barcos.
Almadraba, por cierto, viene del árabe y significa, más o menos, "el golpeadero", así que pueden hacerse una idea de cómo transcurre una "levantá", que así se llaman estas jornadas de pesca, por aquello del izado de las redes.



Una vez pescados los túnidos, lo difícil es encontrarlos en el mercado. Entre lo que han descendido las capturas por la falta de una pesca controlada y sostenible y la cantidad de estas criaturas que son consumidas en Japón (casi el 80% de las capturas) es difícil hincarle el diente a una buena pieza de ventresca, una delicia suave y sabrosa. Si tienen la oportunidad, y el bolsillo acompaña, dense el capricho. Lo recordarán.

1 comentario:

  1. Probablemente de los pocos caprichos que nos vamos a poder dar, es fino, suave se te llena la boca y sorprende el sabor dulce, a lo mejor por eso lo acompañan con sal, aunque a mí lo que me gusta es cuando no me vé nadie, pizcar de la lata.

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