martes, 25 de enero de 2011

Una muerte entre fogones

François Vatel se suicidó porque le faltaba pescado. Eso sí que es tomarse a pecho los antojos, ¿no cree? Antes de seguir, una pequeña presentación: Vatel fue uno de los mejores cocineros de Francia, que es decir bastante. Entró como aprendiz en el palacio de un marqués (Nicholas Fourquet) y fue ascendiendo hasta ser maestro de ceremonias en el momento en que su señor decidió que iba a convidar a Luis XIV, el Rey Sol, vamos, a un pequeño ágape. "Tráigase a unos amigos", debió decirle, porque se llevó a toda la corte. Vatel no atrancó y preparó ochenta platos diferentes, para que digan de los menús largos y estrechos de hoy en día. La tragedia se está acercando, pero aún queda un poco. Siga, por favor.
La confianza es difícil de ganar y fácil de perder y el aristócrata tuvo que salir por piernas de Francia después de caer en desgracia, al parecer por unos asuntillos de dineros mal repartidos. Vatel, que vio las barbas de su vecino afeitar, decidió poner también pies en polvorosa. Poco despùés, sin embargo, y a través de un conocido, pasará a trabajar para Luis II de Borbón-Condé. En mala hora.


El Gran-Condé, que así se le conocía, también tuvo sus más y sus menos con el monarca. Intentó derrocarlo junto a otros cuantos nobles y, claro, su cabeza no estaba muy segura. Solución: lo invito a un piscolabis de tres días y aquí paz y después gloria. "Venga con quien quiera", le dijo también. Así que se llevó a dos mil personas, que es algo más de las que caben en su salón de usted.
¿Se acuerda de la cena para veinticinco que organizó esta Nochebuena? Multiplique esa presión por 120, añádale que su jefe está un poco quisquilloso porque se juega todo su futuro en 72 horas y que el rey, absolutista (es decir que manda más que nadie), también tiene algunos caprichillos. Aparte, piense cómo distribuir las habitaciones para que los amantes se puedan entregar discretamente a sus placeres y algunas menudencias más. Vatel estaba ligeramente tenso.Ahora hay dos variantes de la historia: una es de amor propio y otra de amor compartido (que viene a ser más divertido).
La de amor propio la cuenta la marquesa de Sevignè en una carta a su hija. Allí escribe que el primer día, durante la cena, faltó un poco de carne para un par de mesas. La de los invitados de cuarta fila, no se crean que el rey se quedó sin su buena tajada. Su perfeccionismo no se lo perdonó. Todavía estaba con ese runrún, cuando al día siguiente vio que no había llegado el pescado que necesitaba para el siguiente servicio. ¿Usted qué haría? Vatel se dirigió a su cuarto cogió una espada que tenía a mano y se atravesó el corazón.

Diseño: Nevit Dilmen.

Ahora, la otra versión. Por aquella época, había una mujer de belleza sin par, que hacía volver la vista a caballeros y damas de toda clase y condición. Esta señora, a la que la historia retrata como una feroz seductora (que así es como se ha retratado tradicionalmente la hermosura), se llamaba Anna de Montausier y era amante del ministro Lauzun. La señorita de Montausier no se explicaba cómo ese cocinero no caía rendido a sus encantos y, de hecho, apenas sí la miraba de atareado que estaba. Por eso se propuso de manera firme seducirlo. Armas tenía de sobra y no tardo mucho en consumar su propósito. ¡Ah, maravilla de la vida! Vatel pasó en un segundo de la tensión al éxtasis. Hasta que volvió a la cruda realidad.
¿Era posible que esa dama, que andaba con ministros y llegaría a ser favorita del rey, volviera a fijarse en él? El hombre lo vio claro como el agua. No era más que un juguete del destino. Un juguete roto, además, con un pasado de perfeccción por lograr algo que ya no le interesaba lo más mínimo. El desenlace ya lo saben.

Para quitarle un poco el amargor de la historia, aquí va el menú que sirvió la noche que le faltó carne y el del día siguiente, cuando pensó que jamás llegaría el lenguado, que, por delicadeza, no se sirvió:

La noche anterior
Sopa de tortuga
Pollo en salsa
Trucha frita
Faisán asado

El día de marras
Anchoas Sevigne
Melón con jamón de Parma
Quenelles de langosta con salsa de gambas
Pierna de cordero
Pato Vatel al vino de Madeira
Bomba de fresa

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